Alejandra Pizarnik: Una Voz

23 de mayo de 2009

Carta para Alejandra Pizarnik en el país de la inocencia (Fragmento II)

(...) Cuántas veces hablamos sin discutir jamás - ¿te acordás. Alejandra?- en tu pequeña habitación de la calle Lambaré, y después, cuando te mudaste a Montes de Oca, en Barracas, en aquel otro cuartito repleto de libros, afiches y collages. Recuerdo un gran cartel en el que aparecía Gérard Philipe comiéndose un libro. Por aquella época me confesaste tu amor por el gran actor francés y me envidiabas porque en mi próximo viaje a París iba a tener oportunidad de verlo. Gérard Philipe murió cuando yo llegué a la ciudad inteligente. Supongo cómo habrás sufrido al recibir la noticia.

.
.........El relato de mis andanzas parisinas avivó más aún tu deseo de vivir en la capital de los poetas y marchaste hacia allí un año después. Conservo tus cartas con sus renglones de letra menuda, infantil, y sus viñetas de muñequitos encantadores. En París conociste a Simon de Beauvoir y a Sartre, a Octavio Paz y a otros grandes nombres de la literatura universal, pero, como aquel Malte Laurids, de Rilke, intimaste también con la soledad. La soledad ya no te abandonaría.

.
..........En una de esas cartas me dijiste en francés “je ne Desire qu´un ange”. Deseabas un ángel porque vos también eras un ángel. Pero un ángel exiliado, desterrado, o para decirlo mejor: desrielado. Y porque eras un ángel decidiste un día regresar al mundo mágico de la noche sin tiempo y la verdad sin memoria. Es decir, al reino de la inocencia, donde no caben ni la memoria ni el tiempo. Pero antes de dejarnos nos entregaste tus pequeñas palabras, las desoladas o luminosas señales con las que aún sigues nombrando el misterio que canta en el rojo brillante de una manzana o acecha desde un frasquito de barbitúricos.

.
.........De entre esas palabras, quiero recordar las de un poema que me regalaste, manuscrito, al poco tiempo de conocernos, en aquellos días que caminábamos juntos las calles de tu adolescencia. Cuando las escribiste no tenías veinte años y sin embargo ya alentaba en esos versos la Alejandra lúcida y al mismo tiempo sombría, dura, torturada, que fuiste en la última época. El poema no tiene título sino esta dedicatoria: “Antonio : entonces el ángel que firma con mi nombre me dicto este poema para ti”. Y los versos son estos:



Afuera hay sol
No es mas que un sol
Pero los hombres miran
Y después cantan.
Yo lloro debajo de un suspiro.
Yo agito pañuelos en la noche
Y barcos sedientos de realidad
Bailan conmigo
Yo oculto clavos
Para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.


..........Afuera sigue saliendo el sol, Alejandra, para alumbrar las mentiras que no quisiste aceptar. Vos, del otro lado, del lado de la verdad, de la inocencia sin tiempo y sin memoria, quizás estés ahora ofreciéndole a un ángel parecido a Gérard Philipe aquella manzana que una vez hurtaste en un rapto de poesía.



Antonio Requeni. (1974)

3 comentarios:

Tony Amesty dijo...

Impresionante tu trabajo sobre Alejandra Pizarnik. Gracias por dejarnos su voz.......

Un saludo

Gizela dijo...

Sigo por esta lindura tuya, aprendiendo.
Un beso y linda semana para ti
Gizz

حزقيال dijo...

Sin
Palabras

Con
Sentimientos

Felicitaciones por el maravilloso trabajo!!!

Besos