Alejandra Pizarnik: Una Voz

5 de febrero de 2009

El absurdo como relacion (parte II)

............Hacia delante, en primera fila, mudos como ante una representación del mito en Epidauro, se hallaban Antonio Román, más tarde jefe de creativas en el diario Clarín, y Alejandra Pizarnik. Esta era la única que tomaba apuntes y seguía atentamente mi exposición. Anotaba cuanto decía y levantaba la mano para interrogar sobre aquello que de alguna manera estaba en oposición con el tradicionalismo.



...........Una semana después, fascinada por ciertas frases de Tristán Tzara que yo traducía de Le surréalisme et l´aprés-guerre, frases donde yo hablaba de la tradición revolucionaria específicamente poética, y del absurdo que se vuelve un valor poético como el dolor y el amor, se acercó a mí a la salida de la Escuela y me preguntó si era posible conseguir ese libro. Sus lecturas no habían pasado de Rubén Darío, y ahora advertía que el mundo de la poesía tenía otros parámetros que modificaban sustancialmente la concepción poética.


............Le dije que lo viera a Félix Gattengo de mi parte en la Librería Galatea (Viamonte casi esquina Florida) y le preguntara al respecto. El, antiguo integrante de los grupos surrealistas, en París, solía importar libros franceses, y era posible que lo tuviera o lo hiciera traer. En ese sentido, para nosotros, era el librero que más rápido adquiría las obras publicadas en Francia, especialmente las del surrealismo.

...........Dijo todo eso por decir algo, pero me remordió la conciencia y le extendí el ejemplar que yo había traducido en clase. Le pregunté si sabía francés. Respondió que sí y que se ayudaba con un diccionario de Acalá-Zamora y Teophile Antignac, editado por Sopena.
Como era temprano la invité a tomar café en la Confitería Real, en Corrientes y Talcahuano.

...........Alejandra tenía 18 años, y en mi lista de clase figuraba como Pizarnik, Flora Alejandra. Había nacido en Avellaneda el 29 de Abril de 1936, y tenía una hermana (de la que solía hablarme de nombre Myriam. Su padre Elías Pizarnik, era un joyero a domicilio (expresión de Alejandra). Su madre Rosa Rejzla Bromiker, una vieja rezongona, como ella decía, con la que siempre estaba en conflicto. No la entendía, o por exceso de celos siempre había motivos para discutir.

.............Todo eso me fue revelado aquella noche en la Real. Llena de acné, un tanto inclinada levemente y con cierta dificultad para hablar que provenía de su mala respiración (alguien la habría calificado ligeramente de tartamuda), me dijo que en casa la llamaban Buma, flor, en idish) y a veces Blimele (florcita). Incluso en algún momento tenía fatiga por cierta esclerosis y una alergia asmática mal curada. Este síntoma le producía dolor de espalda y la impulsaba a cualquier analgésico.


.............Mientras ella apuraba un cigarrillo entre inhibida y locuaz, yo a cada instante reencendía mi pipa, me detenía en sus grandes ojos verdes o calibraba su cabello castaño, su tez morena y sus labios gruesos y sensuales. Entre sus ojos y sus labios, el Bosco hubiera imaginado una naturaleza más apocalíptica o un infierno poblado de otros monstruos....



http://www.bajarlia.com.ar/

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Fragmento extraído de: "Alejandra Pizarnik, Anatomía de un recurdo"

(Juan Jacobo Bajarlía)
Ed. Almagesto 1998

3 comentarios:

Sink dijo...

sutil descripcion, asi como el absurdo puede ser casi inperceptible a los ojos poco entrenados del detalle y la simpleza.

Regards

Adriana dijo...

Atrapa sin duda alguna todo lo relacionado con Pizarnik, de a poco la voy conociendo y de verdad es cautivante todo lo relacionado a ella.

La música hace la lectura amena, buen clima en tu blog.
Te dejo un beso y te sigo visitando.:-)

Habitarás mi ocaso dijo...

Ayer compre una Revista Sudestada del mes de Septiembre (creo) dedicada a nuestra querida Alejandra.

Besos